Los mayores en la familia aportan las raíces, las costumbres, la sabiduría de la vida, y muchas veces también la experiencia de Dios. Queremos encontrarnos con ellos para valorar su persona y hacerles ver que «caminamos juntos» como comunidad cristiana; que tienen un lugar importante en la familia de los hijos de Dios, y que el Señor siempre camina con nosotros.